Revivir.

Este monólogo lo escribí en un taller de dramaturgia que realice en el intercolegial de Teatro.
La profesora nos tiró palabras, mientras escribíamos que de alguna manera teníamos que agregar a la historia.
Las palabras eran las siguientes.
- Perro.
- Se abre una puerta.
- Ese olor.
- Quedé de cara.
- Me hizo sonreír.

Yo iba caminando, como caminamos todos. Normal ¿no?.
Bueno, yo iba caminando hasta la estación de tren. Estaba nerviosa, sentía que las manos me transpiraban, por eso me las secaba en el pantalón. Caminaba lento, con paso no tan seguro y mi cabeza no se quedaba callada.
¿Todo volverá a ser como antes? ¿Qué va a pasar cuando me vea?
Ya me acercaba a mi destino, me faltaban solo dos saqué mi teléfono para ver la hora, sonreí al ver la hermosa foto de mi perro fatiga. Faltaban solo cinco minutos para que llegara su tren.
Llegué y me senté en la banqueta frente a las vías. La transpiración recorría mi nuca. Llegó el tren y de repente se abrió la puerta y ahí estaba, tan lindo como siempre. Llevaba su remera preferida, esa que le había regalado yo, la de las estampas de los instrumentos. Su jean negro le quedaba mejor que nunca. Él salió corriendo y me besó, así sin preguntarme. Fue un beso húmedo pero corto. Y yo me quedé de cara, osea después de un año sin ver a una persona, ¿quién creería que la van a besar apenas la vuelvan a ver? Me abrazó, tenía ese olor cálido, ese olor que tanto me gustaba. Tenía olor a él. Me miró, me sonrió y me dijo:
- Hola So, te extrañe. Y eso obviamente me hizo sonreír, no me lo esperaba.
- Yo también te extrañé y creeme que demasiado.

Septiembre de 1976


En lengua escribimos una historia de no ficcion. El tema que elegí fue la última dictadura militar de Argentina.



Todos los años, con los primeros días de septiembre las calles de La Plata se inundan con el olor de sus emblemáticos tilos que empiezan a florecer. Pero para septiembre de 1976 el aroma de los tilos se mezclaba con los del miedo y la muerte.
Éramos estudiantes en el colegio nacional de Buenos Aires. Participábamos de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y de la Juventud Guevarista, pero lo hacíamos a escondidas. Por aquellos tiempos no se podía salir a decir todo lo que pensábamos, luchar por derechos que nos correspondían. No podíamos ir en contra de aquellos muchachos que se paseaban por la ciudad, en las noches, con sus Ford Falcon color verde. Entraban a tu casa cuando menos te lo esperabas y dejaban a tu familia devastada.
Cada miércoles no reuníamos en la biblioteca de la universidad a las seis de la tarde. Y permanecíamos allí hasta las 8. Cuando llegaba el momento del toque de queda, salíamos por puertas separadas, cada uno para su lago, aún aquellos que se amaban, por miedo a que pudieran vernos, delatarnos.
Mis padres  sabían que yo militaba, se los había contado. Mi padre me decía que era mejor que me quedara en casa, ya que si me iba a otro lado me estaría mostrando como una sospechosa, en cambio si me quedaba todo estaría bien. Sin embargo no le hice caso, seguí militando. Tiempo después, mis amigas y yo tuvimos que irnos de casa, para estar a salvo. Sabíamos que pronto podrían llegar a buscarnos.
Todo parecía ir bien, cada día volvíamos a casa con cuidado, intentando nunca llegar más tarde la hora de queda. Nunca nos dimos cuenta que ellos, los de verde, nos seguían muy de cerca.
Pronto llegaría el día del estudiante, el tan ansiado 21 de septiembre. Con Claudia y María Clara nos habíamos pasado toda la tarde hablando de la marcha y protesta que queríamos hacer para pedir el boleto educativo. El teléfono de la biblioteca sonó sin parar durante dos minutos. Claudia atendió, se quedó en silencio y luego de unos minutos le dijo a María que debían irse. Ellas nunca se iban tan temprano, les pregunté si todo estaba bien.
-Si Emi, solo que mi tía Rosa no se encuentra bien. Tenemos que irnos- sus ojos parecían transmitir miedo, pero no quise seguir insistiendo. Le di un abrazo a cada una y les dije que se cuidaran. Vivían cerca, pero aun así tenía miedo.
Salí diez minutos después de ellas, por las dudas. Decidí que ese día no volvería de la abuela, quería cenar con mis padres y pasar la noche allí. Cuando llegué a casa mi mamá tenía sus ojos llorosos, estaba inquieta. Me abrazó fuerte, casi sentí dolor. Yo no sabía que pasaba. Se secó las lágrimas y me pidió que me sentara en el sillón.
Al saber del secuestro de mis amigas, corrí hasta el teléfono público que había justo en la vereda de en frente de mi edificio. Llamé a papá. Cuando supo lo que había pasado, mi viejo insistió en que fuéramos a Mar del Plata, donde teníamos un departamento. Yo insistí hasta que entendió que  no podía n quería irme, no podía dejar al resto de mis compañeros. Entendió que yo no podía dejar la militancia. No ahora.
Volvía casa. Al cabo de una hora llegó papá de la oficina, tenía una cara de preocupado que nunca le había visto. Yo recorría mi pieza de un lado a otro, mi mente no dejaba de pensar en mis amigas, en cómo las habrían descubierto, dónde la tenían esos hijos de puta.
Los escuchaba cuchichear, intentaban que yo no escuchara lo que hablaban, entreabrí la puerta de mi habitación, y lo vi a papá sentado en el comedor, con los codos sobre la mesa y sus manos rodeándose la cabeza.
No fue hasta ese momento en que me di cuenta que yo también corría peligro, y qué si ahora venían por mí. Me dirigí hacia mi escritorio. Todo seguía igual, hacía meses que no vivía allí. Saqué una lapicera de la lata en donde las guardaba, busque en la repisa entre los libros mi diario y estaba por disponerme a escribir cuando me di cuenta que no había dormido bien en muchos días, me sentía agotada. Me saqué la ropa, me puse mi pijama y me metí en la cama. No pasó mucho tiempo, y ya me había dormido. Sin embargó muy pronto me despertaron esos golpes brutales y una voz que, yo para nada conocía, pronunciando las palabras “Ejército argentino”.
Aquellos hombres se habían dado el lujo de tirar la puerta abajo, con sus botas fuertes y ruidosas, así sin ni siquiera tocarla antes. Ellos eran así, ingresaban imponiendo miedo y todos debían obedecerlos. Gritaban que venían es busca de una estudiante de Bellas artes. Y esa era yo. Papá quiso detenerlos, pero un solo empujón basto para correrlo del camino. Yo me escondí debajo de la cama, escuchaba sus pasos recorrer todo el pasillo hasta llegar a la puerta de mi habitación. Entraron, yo intenté no hacer ni el mínimo ruido, mantuve la respiración para que no notaran que yo estaba haciéndoles compañía. Sin embargo uno de ellos levantó el cubrecama que colgaba a uno de los lados y clavó sus ojos verdes en mis ojos marrones. Jamás voy a olvidarme de ellos.
Me tomaron por los pies, me arrastraron hasta que por fin, mi cuerpo salió completamente de debajo de la cama. Uno de ellos me tomó entre sus brazos. Yo intenté soltarme, gritaba y pataleaba para poder escapar. Mientras bajaba las escaleras veía a todos los vecinos afuera de sus departamentos, estaban ahí, parados, sin hacer nada, sin pensar en ayudarme.
Me llevaban vendados lo ojos, me metieron en uno de sus autos, me ataron las manos y comenzaron a conducir. Iba sola en el asiento trasero. Podría haber escapado, podía haber buscado la manija, abrir la puerta y saltar, salvarme. Pero no lo hice.
Recorrimos un largo tiempo, no sé a dónde me trajeron. Estoy dentro de una pequeña habitación, no tengo mucha luz. Me mantienen con los ojos tapados. Me dan de comer y beber solo una vez al día. Me duele el cuerpo, me duelen los moretones y tengo frío. Me tiran agua y me prohíben dormir. Quieren que hable. Pero no quiero hacerlo, sé que esa es la única forma de enfrentar y aguantar lo que está sucediéndome.
No sé cuándo saldré de aquí, no sé si viviré o moriré. Sé que a mi lado hay otras de estas habitaciones, escucho gritos cuando los torturan, escucho golpes y llantos. Me pregunto si María Clara y Claudia también se encuentran acá.
No sé dónde estoy, no sé si viviré.


Efeméride del día

El 11 de septiembre de cada año se festeja el "Día del maestro". Destinado a aquellas personas que de forma vocacional promueven que sus alumnos aprendan y apliquen conocimientos y conceptos prácticos que se transfieran a la vida real, personal y profesional.
Los maestros nos acompañan desde jardín de 3 o 4 hasta sexto grado. Ellos dedican todo su tiempo a realizar actividades para nosotros, a corregir nuestra evaluaciones y hasta decorar nuestra aula según la época del año en que nos encontremos.

¡¡¡Feliz más que merecido día para mis seños queridas!!!

Novela "Solo Tres Segundos"



Solo tres segundos, de Paula Bombara, aborda la historia de un accidente de tránsito protagonizado por siete adolescentes en el que tres de ellos mueren, dos quedan gravemente heridos y otros dos salen casi ilesos.

Es una novela que te hace pensar como adolescente. Una de las principales causas de muerte de los adolescentes son los accidentes de transito.

Al leerla te cuestionas si eso que en el momento te parece gracioso, si esa adrenalina que sentís,¿vale la pena?

A veces somo inconscientes y creemos que al hacer tal cosa vamos a vernos más cancheros o el resto va a aceptarnos. Pero a veces no pensamos que al hacerlo nos podríamos lastimar, golpear o podríamos morir. Son solo tres segundo para que tu vida cambie para siempre.Para que ya no tengas a tus amigos.

Vivamos, pero tranquilos y sin ponernos en peligro.

Ensayo Literario


Hasta los huesos

              

Si tengo que darles solo una razón de qué fue lo que me llevó a enfermarme, no podría. Tengo 17 años, mi transcurso por la secundaria no fue lo que yo esperaba, mi adolescencia no fue perfecta, todo lo contrario.

Cuando tenía 14 años, no tenía el cuerpo perfecto que se muestra en las revistas, o en plena Avenida Colón, mi figura no se acomodaba al ideal de “hermosura” que todos los hombres buscaban o que mis amigas tenían. Soy parte de un grupo de 5 amigas alumnas de sexto año de la escuela Normal Superior Dr. Alejandro Carbó. La sinceridad entre nosotras, muchas veces se volvía cruel, “Ana estás muy gorda”, “Mi ropa no te entraría de ninguna manera”. Y ni siquiera se imaginan de los crueles que eran los estudiantes de otros cursos. Yo era esa a la que todos observaban, miraban con mala cara.

Ojalá pudiera decirles que al llegar a casa todo era diferente, pero la verdad es que mamá cuando tenía mi edad era modelo, y siempre quiso que yo siguiera sus pasos.

La presión era bastante, no sabía qué hacer.

Hoy debo decirles que soy una más de ese 90% de mujeres, de entre millones de personas, que sufren este tipo de enfermedades. Mamá estaba feliz de verme cada vez “más linda”, de que hiciera dieta como ella.

Parecía que todo iba mejorando, mis amigas no paraban de decirme “qué hermosas estás”, “tengo una remera hermosa que te quedaría súper linda”, sin embargo yo me miraba al espejo y no me veía a mí misma, veía al resto.

Y así fue como me perdí, la obsesión por hacer feliz a todo el mundo llevó a que me olvidara de quién era realmente, de lo que buscaba y lo que quería.

Un día en que ya no pude levantarme de mi cama, un día que ya no tenía fuerzas, mis padres se dieron cuenta de que no era normal lo que estaba viviendo, mi cuerpo se veía débil… yo me sentía débil.

Después de visitar al médico durante tres meses, de intentar todo lo posible, llegó el momento de mejorar. Estoy en un centro de rehabilitación, acompañada de muchas mujeres que se encuentran en la misma situación que yo. No es tan malo como parece. Nos acompañamos y nos apoyamos en este proceso largo y agotador.

Muchas de nosotras extrañamos nuestros cuerpos, mirarnos y aunque nadie lo creyera, vernos y sentirnos lindas. Extraño ser yo.

infografía Martin Fierro


José Hernandez

Actividad realizada en clase sobre la vida de José Hernandez.

1) José Hernández fue un , poeta y político argentino, especialmente conocido como el autor del Martín Fierro, obra máxima de la literatura gauchesca. Participó en una de las últimas rebeliones federales, dirigida por Ricardo López Jordán, cuyo primer intento de acción finalizó en 1871 con la derrota de los gauchos y el exilio de Hernández en el Brasil.


2) Podemos decir que Hernández se preocupó por los gauchos por interés propio, este fue un gran defensor de los derechos de los humildes trabajadores de la tierra, que dieron la vida por su Patria cuando ésta necesitó de ellos.

José Hernández tomó contacto con gauchos e indios, tuvo la oportunidad de conocer sus costumbres, su mentalidad, su lenguaje y su cultura. Aprendió a quererlos, a admirarlos, a comprenderlos, y también, a entender sus dificultades en la vida cotidiana.


3) El gaucho era importante dentro de la sociedad y la organización política, ya que Hernández lo presenta como el educador, el valeroso, ingenioso con integridad moral, cualidades que lo hacen la fuente ideal del patriotismo.

Era también el gaucho un símbolo de protesta contra las injusticias y la explotación del hombre por el hombre.

6) Ideas Principales:

· Si hubiese canonizado el Facundo como nuestro libro ejemplar, otra sería nuestra historia y sería mejor.

· La propuesta de Borges no es de cambio, es de queja.

· Nora prefiere la prosa de Facundo, texto arduo y bello a la melodía facilona del Martín Fierro.

· La queja, y no la lucha, es el primer gesto de identidad.

· La preocupación de Borges no eran Sarmiento ni Hernández, sino Perón.

· La barbarie la narra siempre la civilización y cuando se narra la barbarie, el que escribe es el civilizado.

El gaucho no logró adaptarse al nuevo sistema económico, paso de la ganadería a la agricultura. En ese siglo podría ser perseguido y obligado a formar parte de los ejércitos. En esa época los usaban, lo desalojaban de sus tierras por el avance inmigratorio, y lo reclutaban. Debía cumplir años al servicio, mal pagos, mal alimentados y vestidos. Fierro acepta el cambio que se está gestando en el país. Así, quien fuera gaucho malo por acción del ambiente, se convierte en paternal sosegado y prudente, sus consejos son toda una enseñanza de vida para las futuras generaciones.

Mis escritos

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Este monólogo lo escribí en un taller de dramaturgia que realice en el intercolegial de Teatro. La profesora nos tiró palabras, mientras es...

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